Diosa

Cansado de esperarte, con una infinidad polvorienta en mis manos, sentado en mi rincón del mundo, dibujado apenas fuera de la coherencia, oyendo el tiempo crujir de desesperación, todavía tengo en mi boca palabras para ti, las guardo, con la esperanza de que el añejo las vuelva exquisitas, dignas de tu tiempo, pero el silencio asedia, y tu falta me atrapa.

Dedicarme al culto de tu cuerpo es inútil sin el templo.

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